martes, 17 de febrero de 2009

RETRATO


Me pregunto ¿Qué es la muerte? y pienso en la última respiración de mi madre.

Recuerdo atinar a verificar si en verdad no lo estaba acercándome a su rostro para confirmar si respiraba, poniéndole un espejo, tocándole el pulso, presionandole el pecho, tal vez solo fue un impulso desesperado y protector el pensar que podía retenerla...





Al sentir su piel tibia tome un lápiz y mi cuaderno de apuntes,… la retrate en ese estado, cada detalle era inmortalmente real.

La familia dice que es enfermo hacer eso, pero capture esos segundos para conservarlos en mi memoria antes de que la naturaleza siga su curso, hinchando todo hasta descomponerlo, hasta hacer irreconocible la frágil materia de la que estamos hechos.

Para algunos la muerte es el término de todo ese proceso evolutivo natural donde solo termina y punto. Según la fe cristiana al alma se le concede, si es positiva, la gracia divina de vivir en un mundo maravilloso sin tener conciencia terrenal. Para otros, la muerte es el paso para la reencarnación en otro ser, y para muy pocos, la muerte es energía que se transforma al igual que la materia se asimila en el espacio mismo de las cosas que nos rodean.

Para los incas existía la idea de una segunda vida luego de la muerte, según el historiador Kauffmann Doig, el individuo pasaba al mundo de los muertos conservando todas sus necesidades físicas: debía alimentarse, beber y ser sexualmente activo. Incluso conservaba sus posesiones. La persona una vez fallecida tomaba forma de “carcancha” y prolongaba su existencia lo que duraban sus restos físicos, de allí la necesidad de preservarlos mediante la momificación ya que una vez desaparecido cualquier rastro del cadáver, el individuo desaparecía para siempre.

Cuando realicé el dibujo de mi madre de alguna manera estaba preservándola, momificándola, eternizándola a través de un dibujo, esta es una acción liberadora que puede exculparme de todo acto ante la perdida, mas reflexionando en el retrato justifica también el temor de saber que algún día moriré sin necesidad que me retraten o inmortalicen, de alguna manera supliría la soledad, es decir el acto de “hacer” me reconocería y ubicaría en la obra como la ejecutora de la acción, ¿que mas inmortalidad que esa? para ser algo cínica estaría justificando esta carta con el proceso del duelo natural por el cual debo pasar.

Como vez mi dibujo aún esta ahí y tiene varios significados, retrate con mis manos su superficie rígida para decir que la amaba, para demostrarme que era capaz de controlarlo todo, para justificar mis temores y miedos, pero, cuando contemplo esa imagen también siento un nudo en la garganta y recuerdos que pululan en conflicto con la conciencia, tal como cuando contemplaba a mi abuela, y me pregunto ¿quien quedo inmortalizada en ese papel?…¿que queda de sus vidas?…solo recuerdos?, y claro esta ese legado cultural que me cedió mi madre y que fue tomando matices distintos con el tiempo, ¿a donde va esa esencia , alma o espíritu puro que se manifiesta y disolverá con la muerte de mi vida?, no lo se. Tal vez el misterio de la muerte no lo descubra hoy, pero algo si se,…, pero hasta para eso hay que ser humildes y saber aceptar las limitaciones del medio y las propias, ser concientes que el tiempo es único al respirar, que debo vivir, después de todo soy la que quedara inmortalizada por mis actos y en las huellas que dejé en los demás.



Dedicada a mi tia abuela, mi abuela, mi madre y a la hija que no tengo.
Perú 09 de marzo del 2006

Serie: Más allá de la realidad.

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